miércoles, 26 de septiembre de 2007

Habitación 2254


Habitación 2254
Nunca se sabe como puedes meter tanto la pata.


Siempre quise estudiar fuera, de mis alrededores, tampoco sabía que quería estudiar. Por lo que, cuando vi el anuncio en la prensa, vi el cielo abierto. Estudiaría lo que quería y encima donde quería, Madrid.
Para lo que para muchos era un agobio, yo lo vi solucionado desde el momento en que me entere que en el mismo campus de la universidad existía una confortable residencia, que estaba a solo 100 metros de las facultades.
Empecé una etapa, y no me gusta llamarlo así, pero es cierto. Descubrí apartados del mundo a los cuales no estaba expuesta, hice amistades que no eran como las mías, descubrí otros puntos de vista, y toque con paso firme la tolerancia. Sin duda había elegido bien mi destino.
Los meses se sucedían y yo me encontraba mucho más cómoda, tranquila y eufórica a la vez, las cosas que no me gustaban debían de ser mínimas pues no las recuerdo.
Ahora se que mientras me reía, salía y demás, estaba cometiendo un error. Aun me da pudor reconocerlo, nunca pensé que me dejaría influir tanto sin darme cuenta, el caso es que mi grupo de amigos se vio reducido, yo llevaba otra vida, la cual, pensaba que era la mejor, salía, veía cosas nuevas y conocía gente.

En cualquier vida de estudiante que viva en residencia llega un punto, en el que nos queremos ir de nuestra confortable residencia, pensamos que estamos preparados y que nuestro grupo de amigos con los que queremos vivir son los mejores y nunca, y cuando digo nunca, es nunca, vamos a discutir con ellos. Nos queremos y nos llevamos bien, “mamá es imposible, te equivocas, eso a mí no me va a pasar” lloraba desconsoladamente una y otra vez para que me dejaran marchar a un piso.

Al fin, mis padres cedieron, emprendería una nueva etapa junto a dos compañeras. Bastante bien comenzó y acabo igual. Entre medias muchos altibajos, aun sufro y siento sus consecuencias. Yo conocí a alguien al principio de esa convivencia, aun seguimos juntos mejor o peor pero lo estamos.
Al final de ese año, una compañera abandono “el barco”. Nunca supe y tampoco me apetece saber ahora, si ella se sintió bien o no con nosotras. Quizá, la suya fuese una sabia decisión.
Una vez más, mamá volvió a darme un consejo, yo para variar, no le escuche. Creo que pensaba como ella, ya que mantuve alguna conversación con alguien de mi confianza. No hize caso por miedo, no sabia que iba a hacer, no tenia escapatoria pensaba.
Al final, fui a vivir con ella, los problemas surgieron antes de finalizar el curso y vivir juntas. Aun más cuando vivimos, el dialogo era inexistente aun no se la razón. A los seis meses de escasa convivencia, me fui.
Emprendí una nueva vida en solitario, que al día de hoy se ha visto truncada.
Esto lo dejare para el próximo día.
P.D es demasiado extenso pero necesitaba contar mis errores ya llegare a alguna conclusión, el caso es que siempre me invade un miedo, q ya sea mi madre o alguien, siempre acaban llevando razón. No se elegir.